Llego mi niña Alicia Beatriz Vega Ríos, de madre María José Ríos Araya, y padre Ricardo Vega Mora. Nació como una gomita moviéndose para todos lados, con los ojos super abiertos y reclamando por qué le tomaban las medidas propias de los recién nacidos. Vino a nosotros en la noche, pesando 3,5 kilos, midiendo no se cuanto ya. La alegría mas linda de la vida, que dura y crece hasta ahora, día a día. Hoy pesa varias toneladas, destruye lo que se le ponga por delante, come libros y palitos de fósforos, toma varios galones de leche al día y lo que no le gusta lo arroja a varios kilómetros. Le gustan las abejas (que llama bas bas), tiene unos guau guaus de peluche y una rana verde de ojos grandes que juega con una ardilla de polerón rojo. Se ríe mucho cuando le contamos los números del uno al diez, y si no lo hacemos, nos va a buscar para que se los dibujemos en su pizarra.

A veces toma los dedos de su papá o de su mamá, y los usa como punteros para señalar que le gustan los dibujos de sus libros. Se ríe con los círculos, le encantan los cuadrados, y los triángulos le dan cosquillas. A menudo la vemos bailar y cantar canciones de las que solo sabe el ritmo, pero eso le basta. Corre por toda la casa como si quisiera volar, pero el entusiasmo le pasa la cuenta y aterriza sobre los juguetes, levantándose con un llanto que reclama los brazos de sus papás. Parece que es de cogotito corto como su papá, porfiada como su mamá, crespa como su papá, bailarina como su mamá, terca como su papá, pero alegre como la mamá.

Me falta más cara para meter la sonrisa que se me hace cuando la veo. Es mi ratona.

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